Cambio e innovación para las escuelas del futuro
Tal y como hemos indicado con anterioridad vivimos en un mundo en constante cambio, cambio que parece poner en entredicho nuestro mundo actual. Es cierto que generación tras generación se han producido cambios sociales, sin embargo, estos han sido más rápidos y complejos en los últimos 25 años que los que se habían producido en el pasado. Obviamente, el mundo de la educación también está sujeto a crítica y revisión: la lentitud (o estrechez de miras) en adaptarse respecto a estos cambios y estar centrados en lo “académico” por encima de lo “práctico” son dos de las críticas más frecuentes.
Precisamente este futuro para el que hemos de prepararnos se presenta como más incierto, fragmentado, descentralizado y despersonalizado,
¿están nuestros alumnos e hijos preparados para ello?¿Seremos capaces de hacer de ellos individuos más adaptables y creativos, auto-conscientes respecto a ellos mismos y al mundo en el que viven, con más inteligencia emocional o más críticos en sus relaciones virtuales?
Lo que está claro es que la escuela no debería estar basada en lo que era antes sino en preparar a nuestros alumnos para el futuro. Es por ello que queremos daros algunos consejos para comenzar a realizar estos cambios en vuestras escuelas.
Me encanta que los planes salgan bien
Pues sí. Mejor tener un plan de innovación, concretamente en forma de proyecto educativo de centro y a ser posible consensuado por toda la comunidad educativa. Si además podemos contar con expertos, alguna institución o la propia administración que nos dé su apoyo aún mejor, ya que la clave es auto-evaluar nuestro centro y contar con una visión externa siempre nos puede ayudar. Tras esta evaluación deberíamos centrar los cambios en cuatro ejes principales.
- La relación de la escuela con la comunidad
Las escuelas no deberían ser compartimentos estancos y la educación no se debería limitar al interior de la escuela, por lo que estrechar los vínculos comunitarios tendría que ser una de las prioridades para el cambio. Uno de los aspectos clave en este caso es potenciar las relaciones familiares y establecer tiempos y espacios para la comunicación haciendo de la familia una parte activa del proceso de aprendizaje. Las relaciones entre familias y escuelas pueden ser peliagudas pero tendrían que ser abiertas y participativas para fomentar la flexibilidad, la permeabilidad y la creatividad. Otro de los aspectos clave además de la familia, es el propio entorno de la escuela que puede servir para crear nuevas oportunidades de aprendizaje: comercios, empresas o instituciones locales pueden convertirse en lugares donde aprender.
- El espacio en la escuela
El rediseño de espacios también debería ser otro eje sobre el que trabajar tanto a nivel de toda la escuela como a nivel del aula. Se trataría de disponer de entornos flexibles y tener en cuenta que estrategias de aprendizaje vamos a llevar a cabo antes de disponer de las herramientas para ello. Gracias a este cambio en los espacios el alumno debería pasar a ser el centro y podríamos personalizar y adaptar su aprendizaje y poner en práctica proyectos, talleres de carácter más práctico o trabajo por competencias que fomenten el pensamiento crítico, el trabajo colaborativo o la resolución de problemas.
- El cambio metodológico
Otro de los aspectos clave es el cambio metodológico y de modelo de aprendizaje. Ya hemos dado algunas pistas más arriba y en otros artículos. Nuevas metodologías como la flipped classroom, el trabajo por proyectos, el énfasis en las competencias (básicas o transversales) o el mobile learning (con la opción de que los alumnos traigan sus propios dispositivos) cada vez cotizan más al alza. El objetivo final: que el alumno se responsabilice de su propio aprendizaje, fomentar su autonomía personal y el aprender a aprender.
Dentro de este cambio metodológico, las TIC deberían ser unas aliadas pero hemos de tener en cuenta que utilizar una herramienta en concreto no significa automáticamente un cambio metodológico: lo primero es la pedagogía y después viene la tecnología, que debería ser un elemento catalizador.
- El profesorado ante el cambio
Desde el profesorado también hemos de adaptarnos al cambio. En general, hay varias barreras que lo pueden dificultar: la necesidad de renovar competencias profesionales (formación), las trabas institucionales, políticas o sociales o el simple hecho del miedo a cambiar de prácticas que conocemos y tenemos bajo control pueden convertirnos en resistentes al cambio cuando en realidad deberíamos ser agentes del cambio.
Una de las principales trabas, como hemos dicho anteriormente, es la necesidad de formarse continuamente. Sin embargo, aún siendo cierto que el profesorado siempre se ha caracterizado por ello, los recientes cambios pueden haber sobrepasado a la comunidad docente. Afortunadamente también han aportado nuevas formas de trabajo colaborativo como las comunidades de práctica. Las comunidades de práctica se nutren de un diálogo y la reflexión profesional constante, del trabajo colaborativo o el asesoramiento mutuo que permiten la formación en nuevas metodologías y compartir experiencias.
Esperamos que tras este breve repaso a aquellos elementos que favorecen el cambio en nuestras escuelas comencéis a ver el cambio como una oportunidad.