En todos los centros educativos existen una serie de normas no escritas que todo docente sigue. Te conviene conocerlas si es la primera vez que trabajas en un colegio o empiezas a escuchar comentarios sobre tu forma de enseñar. Siguiendo estos sencillos pasos, no dudo que tu relación con tus compañeros mejorará y te integrarás rápidamente el quehacer diario del centro.
- El único currículo que existe es el libro (junto con su guía didáctica). ¿Cómo no vamos a confiar en unos señores que se pasan hora y horas redactando problemas de matemáticas y escribiendo cuadros amarillos para el libro de lengua? Digo yo que, por lo menos, se habrán leído la LOMCE, ¿no?
- Tienes que dar cinco temas al trimestre. Si estás en noviembre y todavía vas por el tema, 2 vas mal, es más yo diría que vas muy mal, porque tienes que dar el tema 5 antes de Navidad, aunque ello implique escribir la carta de los reyes magos en otoño.
- Los deberes son imprescindibles porque… porque sí, para que repasen que luego se les olvida todo. Me imagino al pescadero de mi barrio diciendo, “Me voy a llevar estas merluza a mi casa, no vaya a ser que mañana se me olvide como cortarlas en rodajas”.
- Tienes que meter caña. Mezcla de disciplina, exámenes difíciles, y unos cuantos deberes. No lo busques en el currículo, no viene, pero es tu obligación. Es el producto estrella en las reuniones de padres.
- Haz muchos exámenes. No lo dudes, ni las rúbricas, ni la observación directa, ni el análisis de trabajos… El único instrumento de evaluación posible es el examen, y tiene que ser escrito (aunque evalúes la expresión oral en inglés). Lo normal es que sea de 10 preguntas. Si usas el que viene en la guía didáctica, contradice la norma número 4.
- La clase, totalmente en silencio. Recuerda que el nivel de ruido de tu clase tiene que ser similar al que hay en un monasterio cisterciense. Es imposible aprender y hablar al mismo tiempo, eso es así. Cuanto más silencio hay, mejor maestra eres.
- Sustituir no mola, aunque creas que es tu obligación dar clase si un compañero se pone enfermo. El disgusto es directamente proporcional a los años que llevas trabajando: cuanto más tiempo lleves en el cuerpo, peor te sienta ir a sustituir.
Como último consejo, hay una truco que hará que siempre tengas tema de conversación y te conviertas en una más dentro del claustro: Quéjate de todo. De las leyes educativas, de los padres, de lo poco que estudian los alumnos, de la cantidad de actividades extra escolares, de las reuniones… y, sobre todo, quéjate porque nunca tienes tiempo de cumplir todas las normas anteriores.