CÓMO DEBE DE SER UNA SESIÓN DE APRENDIZAJE Y CINCO CONSEJOS PARA COMENZAR CON BUEN PIE UNA CLASE
Con tantas teorías y opiniones, sobre cómo hacer las clases menos rígidas, repetitivas y aburridas, no es tan fácil encontrar un modelo garantizado. Sin embargo, opinamos que lo fundamental es conocer las experiencias exitosas de tantos buenos educadores que generosamente comparten y cuentan su trayecto.
Debemos conocer, no para plagiar, copiar o imitar (sin más), sino que haciendo funcionar la creatividad propia de nuestra vocación docente, descubramos nuevas rutas educativas. Allí creo que apuntaba la frase. “cada maestrillo con su librillo”. Los que hemos pasado o están pasando por la tarea de “dictar una clase”, sabemos que cada sesión de aprendizaje es una experiencia inédita, y que el final dependerá de la forma original en que se maneje el contexto que se presenta hoy. Cada día en el aula sabemos que influyen (con mayor, menor o desapercibido grado) el estado anímico y personal de cada uno, el clima, los horarios, las fechas conmemorativas, los acontecimientos sociales y políticos, … que nos invitan a buscar con toda nuestra creatividad, el cómo conseguir que nuestras mejores energías confluyan en nuestra ayuda, para lograr captar el interés de nuestros estudiantes. Es necesario tener presente, siempre, que lo que sirvió un día en una clase, puede que no funcione en la siguiente.
“El final siempre depende del principio”, por eso debemos desarrollar la capacidad de reflexionar sobre la estrategia pedagógica que voy a poner en práctica en esta aula, con estos estudiantes, … y ser consciente que no puede ser fruto de la improvisación, sino que necesita una preparación, una planificación y algunas alternativas. Pablo Picasso dijo que primero teníamos que “aprender las reglas como un profesional para poder romperlas como un artista”. Sólo conociendo más experiencias, indagando e investigando lo que hicieron los demás, es como se puede decir: “cada maestrillo con su librillo”, porque en cada sesión de aprendizaje dejamos nuestra “huella o firma personal”. La intuición y la habilidad propias nos hacen ver las cosas desde ángulos que otros no los ven, nos permiten hallar caminos didácticos nuevos, nos sentirnos más a gusto, motivados, entusiasmamos, y estamos convencidos que cualquier inconveniente o limitación, no nos atemoriza, sino que es un reto y que lo vamos a superar. La tarea de un maestro creativo, intuitivo y hábil será “hacer lo simple asombrosamente simple”, parangonando al músico y activista mexicano Charles Mingus, y logrará sorprender a sus estudiantes.
Sin embargo, el proceso para aprender a cambiar una clase tediosa, cansada y aburrida en un espacio de aprendizaje donde el estudiante esté siempre deseoso de que no termine o de regresar pronto, no tiene ni receta ni “varita mágica”, necesita un mecanismo pedagógico de quiebre, que demuestra vivencialmente que no se está atrapado en un esquema, en un paradigma, en una plantilla, en un dogma, que no se trata de hacer las clases, en resumidas cuentas, como otros piensan que se deberían hacerse. El empresario Steve Jobs recomendó: ”No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás silencien tu propia voz interior. Y lo más importante, ten el coraje de seguir tu corazón y tu intuición. Estos, de algún modo, ya saben en qué quieres convertirte realmente”.
Después de estas consideraciones, compartimos, con fines únicamente educativos pastorales, estas sugerencias que nos podrían ser útiles, para lograr, como profesores, desarrollar sesiones de aprendizaje dinámicas, participativas y siempre abiertas a la creatividad y emoción pedagógicas.
CINCO CONSEJOS PARA PREPARAR LAS CLASES CON EL GENIO PARTICULAR
- Prepara un plan B y, si es posible, un plan C. Es necesario que conozcas a tu clase para poder formular un plan en relación a sus necesidades. En caso de que la clase se esté poniendo un poco tediosa, siempre es bueno tener un plan B o hasta un plan C debajo de la manga, de modo que los alumnos se vean contagiados por tus ganas de tener una clase entretenida.
- Recuerda tu época de estudiante en la universidad o en la escuela. La identificación con el estudiante y sus necesidades puede hacer que ellos se sientan identificados contigo. Este factor es importante pues ayuda a que los estudiantes respondan a lo que dices y valoren tu juicio.
- Invita a los estudiantes a voluntariamente repasar algún tema pasado y exponerlo en clases. Como los estudiantes ya conocen la lección, se sentirán mucho más seguros de sí mismos a la hora de mostrar el contenido. Esto también ayudará a que el resto de los alumnos entiendan el concepto de la boca de otro estudiante y reforzará la lección. Esta técnica es especialmente útil cuando se ve falencias en el aprendizaje de una determinada lección. Ej.: Si los alumnos no entendieron muy bien cómo es el proceso de fijación del coral en el lecho marino, pide a un grupo que muestre un video o presente el tema de una forma diferente.
- Evita dar metamensajes negativos. Expresiones como “Yo sé que no les gusta esta materia, pero les va a servir”, “Denme 5 minutos más de su tiempo y luego acabamos, esta parte no es tan difícil” no son para nada aconsejables. Esta clase de frases lleva un mensaje oculto: “La materia es difícil y aburrida, por eso mi clase es aburrida”. Esta clase de mensajes predispone al estudiante a no atender en clase, no desear asistir a la materia, hacer la tarea por obligación, etc.
- Crea grupos de trabajo con otros profesores para discutir diferentes formas de hacer que las clases sean mejores. Compartir experiencias desde un punto de vista de colaboración puede hacer que la relación en el puesto de trabajo mejore y eso redundará en una mejor enseñanza para los estudiantes y una mejora del nivel académico de la institución[1].
El Profesor, Físico y Sacerdote norteamericano William Grosvenor Pollard manifestó: “Sin cambio no hay innovación, creatividad, o incentivo para la mejora. Aquellos que inicien el cambio tendrán una mejor oportunidad de manejar el cambio que es inevitable”.